lunes, 6 de febrero de 2012

El ángel


Se adentró en aquel bosque nacarado. La verja le saludó con un gemido tenue, casi distraído.

A su paso, una guardia frondosa custodiaba cada una de sus pisadas. El dulce aroma de las rosas le hizo girar la cabeza. Aquellos ramilletes de delicados pétalos rojizos desangraban sus horas languideciendo tímidamente sobre la esfinge que los observaba con atención. Tuvo que sonreír amargamente pues aquel cuerpo le recordó al suyo propio: sin destino, sin religión, sin dueño. Sus tenues pasos se detuvieron de nuevo, esta vez la estatua que le impidió el caminar permanecía con las alas extendidas y los ojos entornados. Entonces cayó como marioneta  ala que le arrebatan sus hilos: rota y desalmada.

Ignoró el tiempo que permaneció en aquel estado, simplemente se limitó a incorporarse, y en medio de aquel vacío gélido, hermoso y blanquecino su entrecortada voz preguntó: "¿Por qué me dejaste?"

1 comentario:

  1. Ya te tengo fichada!!!!
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