miércoles, 8 de febrero de 2012

La espera



Un último vistazo al reloj. La impaciencia devoraba los minutos. Sus nerviosos pasos le jugaron una mala pasada y a punto estuvo de caer. La frenética actividad mental forjaba guiones que se iban sucediendo los unos a los otros. Buscó con dedos nerviosos la cajetilla de tabaco que jugaba al escondite en el interior de su bolsillo derecho. Al fin logró encontrarla, la aferró con fuerza extrayendo uno de aquellos filtros y, encendiéndolo a toda prisa, aspiró el aterciopelado humo como si en ello le fuera la vida. No hubo acabado la intensa calada, cuando la vio llegar. En ese momento el cigarrillo se desprendió de sus dedos casi por arte de magia y el tiempo se detuvo engullido por su propia sangre. Nada de lo que hubiera ocurrido anteriormente, tenía ya importancia.
Su aroma lo inundó todo ,hasta su conciencia, y preso de aquel dulce embrujo se perdió por las calles de la ciudad.

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